La emigración es, sin duda, uno de los acontecimientos más relevantes y actuales de nuestra historia. En el caso de Galicia, son muchos los sectores de la sociedad que disminuyen la importancia del fenómeno migratorio y su importancia en el desarrollo socio-economico o cultural presente, pero cabe mencionar que fueron justo los emigrantes gallegos aquellos viajantes incapaces de romper el vínculo sentimental con su nación, razón que explica las grandes cantidades de dinero que fluyeron de vuelta a Galicia durante muchas décadas.
Sin embargo, Brasil es uno de los países que más inmigrantes gallegos recibió desde finales del siglo XIX y la primera década del siglo XX. El proceso migratorio gallego se consolida principalmente en tres zonas del país: São Paulo (Santos), ciudad ocupada en su totalidad por habitantes de Tomiño, concretamente Goián, o en Pará, pero fue Salvador de Bahía el epicentro de inmigración gallega. Es curioso constatar que el 96% de los españoles residentes en estas ciudades son gallegos y lo que es más anecdótico, que el 90% proceden de la provincia de Pontevedra. Además, según informes del consulado español de Salvador de Bahía, el 28% de los gallegos residentes en esta ciudad proceden de Ponte Caldelas, el 22% de Fornelos de Montes, el 20% de Lama, y le siguen en número e importancia los municipios de Pazos de Borbén, Ponteareas, y Mondariz.
Por otra parte, para entender la arquitectura que construyeron los emigrantes gallegos venidos de Brasil, es importante conocer y entender cómo se encontraba el país de destino en Ultramar, y específicamente en Salvador de Bahía. Fundada en el siglo XVI por los colonos portugueses y construida en un plano muy alto, donde la relación con el mar era vital, se convierte en la capital hasta 1763. Fue una de las ciudades más importantes y grandes de América latina, y hoy en día la tercera ciudad del país. Urbanísticamente el trazado inicial de la ciudad portuguesa de Salvador seguía la misma dinámica de las ciudades españolas de América Latina: una cuadrícula que ha convergido a lo largo de los años en un trazo axial, con plazas que se repiten a lo largo de la calle principal. Los planos idealizados por la urbe fueron enviados desde Portugal para ser analizados o adaptados a la ciudad.
No existe un modo simple de determinar una relación sistemática de lo que aquellos gallegos vieron en Salvador de Bahía durante los aproximadamente sesenta años que abarcan las dos últimas décadas del siglo XIX y los primeros cuarenta años del siglo XX. Aún así, muchos especialistas han podido construir un conjunto de ideas que son quizás lo más aproximado a una sociedad rica y culta de la época bajo el yugo de la influencia europea, surgen así estilos como el "modernismo" y el "eclecticismo".
El proceso de mestizaje arquitectónico es muy profundo en estos países dadas las fuertes condicionantes climáticas y las diferentes características de la sociedad.
El discurso estético muestra que en la mayoría de los casos las edificaciones manifestaron una transformación “profundamente ecléctica”, una respuesta natural que no precisa explicación vista las condiciones socio-culturales del momento. La naturaleza forma parte del imaginario de esta forma ecléctica. Hablamos de la arquitectura que el emigrante observaba y absorbía durante los largos años de estancia en Salvador de bahía hasta finales de siglo XIX y hasta el primer tercio del siglo XX, era entonces una mezcla de estilos. Así, por una parte, es una arquitectura de herencia portuguesa y por otra una sucesión de estilos importados por la sociedad culta de Bahía. Las casas fueron edificadas con mano de obra esclava que una vez consolidadas adoptaron la apariencia de ciudades portuguesas, factor que se repetía en todas las zonas históricas de las ciudades de Brasil: calles estrechas empedradas flanqueadas por edificios donde la arquitectura es formal y tipológicamente de portugal.